miércoles, 19 de agosto de 2009

Diario de Los Sitios - Zaragoza 19 de Agosto 1808

Este día fue ya más alegre que los anteriores, por ser uno de los tres señalados para las iluminaciones y regocijos por la proclamación de nuestro católico monarca Fernando VII, lo que se anunció mediante un bando impreso y Gaceta extraordinaria. Se encontraron nuevamente en las casas y barrios ocupados por los franceses, y se fueron arreglando otros al estilo antiguo, removiendo los enfermos de la Audiencia a la Casa de Misericordia, donde por ahora se trasladó el Hospital General. Las religiosas de Santa Lucía se restituyeron asimismo a su convento. 
A las 12 en punto echaron a bando las campanas de toda la ciudad para anunciar la proclamación, y lo mismo se repitió a la noche, a cuya hora empezaron las luminarias que fueron muy vistosas así en la Casa de la ciudad, como en el palacio de S.E., portadas de las metropolitanas, casa de Sástago , que se colgó de damascos con el retrato de nuestro monarca, y en casa del comerciante D. Felipe San Clemente. Se dispuso otro balcón en la Casa de la ciudad encima de la puerta del Ángel donde siempre se acostumbraba colocar el real pendón, y se levantaron cuatro tablados, uno frente al palacio de S.E., y los otros en la plaza del Pilar, Mercado y Coso, y todos los vecinos se esmeraron en componer su frontera a pesar del poco tiempo y circunstancias pasadas. 
 
BANDO 
El corregidor, regidores, ayuntamiento de la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Zaragoza, capital del reino de Aragón. 
Hacemos saber: que habiendo manifestado el excelentísimo señor D. José Rebolledo de Palafox, capitán general de este ejército y reino los vivos deseos de proclamar al rey nuestro señor D. Fernando VII (cuyo acto ya se determinó el 9 de junio próximo y no ha podido realizarse por haberse presentado el enemigo a la vista de esta capital, y teniendo que atender a su defensa) resolvió en la tarde de ayer lo verificásemos en el modo posible el sábado próximo 20 de los corrientes. A su consecuencia se previene al público que se ejecutará a pie dicha proclamación, dando principio a ella a las 9 de la mañana, para cuyo fin se han mandado colocar cuatro tablados: el 1º en la plaza de la Seo, frente al palacio arzobispal en que al presenta habita S.E. El 2º en la plaza del Pilar, 3º en el Mercado, y el 4º en el Coso. Se ha resuelto igualmente conducir el real pendón por las calles y plaza del Pilar, Sombrerería, Mercado, Alabardería, Coso, San Gil y Cuchillería hasta las Casas de la ciudad en la que se colocará sobre el balcón de la puerta del Ángel en conformidad de los que se practica en estos casos. Nos prometemos la conocida fidelidad de los diputados, de los cuerpo, de los ciudadanos, militares y demás personas de distinción de esta capital que considerando la premura de tiempo no ha permitido que se hiciera el convite personal con las solemnidades de estilo, se servirán disimular esta falta de obsequio y concurrirán gustosos dicho día a las Casas de la ciudad a los 9 cuartos para las 9, a fin de acompañarnos en un acto de tanto regocijo. 
Igualmente se previene se adorne la citada carrera y que por ella no transiten coches ni carros desde las 8 de la referida mañana, que durante ella no se disparen voladores, tiros ni otra ninguna invención de pólvora. Que ninguna mujer ni hombre lleve a sus hijos menores de 7 años y, finalmente, que en las noches de los días 19, 20 y 21 haya iluminación general en toda la ciudad y repique general de campanas. 
Todo lo que mandamos publicar por el presente edicto, y que se fije en los parajes acostumbrados para un más exacto cumplimiento. 
Zaragoza, 18 de agosto de 1808. 
Lorenzo Calvo de Rozas, corregidor. 
Por Zaragoza, Pablo Fernández Treviño. Secretario. 
 
GACETA EXTRAORDINARIA DE ZARAGOZA DEL 18 DE AGOSTO 
El día 15 del presente mes se cantó un solemne Te Deum en la santa iglesia metropolitana de Nuestra Señora del Pilar en acción de gracias al Altísimo por haber quedado libres de nuestros enemigos. Esta función causó un regocijo extraordinario a todos los habitantes de la ciudad que concurrieron a este acto religioso lleno de fervor por su digna y milagrosa patrona, y mostrando en sus semblantes los sentimientos de religión, mezclados con las lágrimas de sinceridad y de alegría que abrigaban sus corazones. Dispuso la función el ilustrísimo ayuntamiento y se ejecutó en la forma siguiente. A las 6 de la tarde se formó éste en las Casas de la ciudad y, precedido aviso por uno de los secretarios del excelentísimo señor conde de Montijo, general de división de las tropas combinadas de Valencia y Aragón que acababa de llegar, concurrió junto con los demás jefes de los regimientos y tercios de ejército de este reino, y varios oficiales interpolados con los caballeros regidores. Presidió la comitiva el excelentísimo señor capitán general llevando a su lado al Intendente regidor y regidor decano, y detrás todos los edecanes y ayudantes de campo de S.E. En las calles de tránsito estaba tendida la tropa, y las repetidas salvas de artillería, descargas de fusilería, y repique general de campanas solemnizaron más y más tan respetable demostración. Concluido se retiró con igual formación acompañando a S.E. el ayuntamiento hasta su casa. 
Consiguiente a lo dispuesto a propuesta de S.E. en la Junta Suprema de diputados del reino del 9 de junio, ha resuelto que proclame el próximo día 20 a nuestro amado monarca, supuesto que los enemigos incomodándonos día y noche nos han retardado esta satisfacción. En tan augusta ceremonia no resultarán la brillantez y lujo que en tales casos se acostumbra por haberse arruinado muchas casas y perdido en ellas sus vestidos varios de los que han de asistir al acto, y por que hace dos meses y medio que en esta capital todas las labores y costuras se han reducido privativamente a uniformes y camisas para los soldados, y a sacos de tierra para las baterías y trincheras. A la ostentación, pues,  sustituirán la pureza y candor de los corazones aragoneses, y la comitiva y concurrencia se compondrá de un gran número de los ilustres y esforzados militares y paisanos que han defendido esta capital, a la religión, a su rey, y a la grandeza del nombre español. 
Habiendo manifestado el caballero Intendente D. Lorenzo Calvo de Rozas a S.E. sus deseos de restituirse a su casa, respecto de no ser ya necesario por haber cesado en algún modo los motivos que le obligaron a servirlo, y pedido que después de haber  dado cuenta de los ramos que han estado a su cargo, tuviese bien a darle una certificación de su buen desempeño, ofreciendo S.E. en todo tiempo estaría pronto a sacrificarse, en cuanto pudiese a favor del reino de Aragón, donde tantas distinciones y muestras de aprecio le habían dispensado, le ha pasado a S.E, el siguiente oficio, no pudiendo prescindir de los servicios tan importantes que ha hecho al reino el referido Intendente así en el desempeño de sus ministerios, como en acudir a cualesquiera hora a todos los ataques que han ocurrido, despreciando todos los peligros, y animando con su ejemplo a todos. 
 
COPIA DEL OFICIO 
He depuesto del empleo de Intendente de este ejército y reino al coronel D. Ignacio Garcini, y de todos los demás cargos que ejercía en Aragón. En consecuencia, dispondrá V.S. formar inventario de todos los bienes y efectos existentes en su casa, o que puedan pertenecerle, dándome parte de los que fueren trasladando a la casa que habitaba el mismo la oficina de Intendencia y pasando V.S. a ocuparla con su familia si hubiere bastante capacidad. 
El nombramiento que hice en V.S. el día 3 de junio para Intendente interino de este ejército y reino, y para corregidor de esta capital precisando a V.S. a que sirviese a ambos destinos, lo confirmo ahora a nombre de Su Majestad, está reconocido y aprobado por las Cortes. Deberá V.S. continuar sin excusa desempeñando uno y otro empleo con el celo extraordinario y patriotismo que hasta ahora ha demostrado, y me prometo de su honor y eficacia. 
Dios guarde a V.S. muchos años. 
Cuartel General de Zaragoza, 15 de agosto de 1808. 
José de Palafox y Melci. 
Señor D. Lorenzo Calvo de Rozas. 
 
A fin de no excusar medio alguno de cuantos puedan influir en la defensa del reino, y para que todo se haga con la prontitud conveniente y que reclama el bien general de la España siguiendo el plan publicado, reunió S.E. a los individuos del ilustrísimo ayuntamiento, a un individuo del ilustrísimo Cabildo eclesiástico, a un diputado del comercio en representación de todos los gremios, y después de expresar a todos los deseos que animan a S.E. de acelerar el bien y reunión de las provincias y la conformidad de algunas de ellas, manifestó había nombrado como diputados del reino de Aragón al excelentísimo señor conde de Sástago, grande de España de 1ª clase, caballero gran cruz de Carlos III como Gran Contestable de la Corona de Aragón. Al excelentísimo señor D. Francisco de Palafox y Melci, brigadier de los ejércitos, caballero del hábito de San Juan, comendador de Aceuche en la de Alcántara, primer Caballerizo y gentilhombre de cámara de Su Majestad, con ejercicio; y al referido D. Lorenzo Calvo de Rozas. Y habiendo aprobado todos los señores concurrentes esta elección, les manifestó S.E. se pondría inmediatamente en camino para Guadalajara, y que la Suprema Junta de Valencia había destinado nuevas tropas al socorro de Aragón, que vienen mandadas por el general D. Juan O´neille, que se halla ya en Teruel, y que el supremo Consejo de Castilla en medio de los cortos recursos por haber robado los franceses el dinero y preciosidades de Madrid, había remitido a Calatayud 300.000 reales vellón para atender a los inmediatos gastos indispensables de nuestro ejército, ofreciendo hacer cuanto esté de su parte para socorrer a este reino que con tanto honor y gloria se ha defendido de los enemigos. 
Todos estos esfuerzos, los que hasta ahora ha hecho el reino de Aragón y en adelante hará toda la España serían inútiles si no se completase la grande obra que tan felizmente hemos sostenido hasta aquí; en consecuencia S.E. declara y manda que todos los solteros que han sido alistados para los tercios del reino agregados a regimientos de línea para su completo, hayan de continuar el servicio sin la menor excusa excepto solo los que por dolencias habituales, o corta talla o constitución, hayan sido o puedan ser desechados, y que solo los casados puedan exceptuarse del servicio, mediante que hacen falta para el cuidado de sus haciendas y familia. Que una vez arreglado el número de tropas que necesita Aragón para arrojar a los franceses y defender todas sus fronteras se cuidará de sacarlas de los pueblos en proporción de los solteros útiles que hubiese en cada uno, y que este alistamiento no cesará mientras hubiese enemigos a quienes rechazar y hasta que esté asegurado en el trono nuestro legítimo monarca. 
Entre la infinidad de cañones, municiones y víveres que los enemigos abandonaron en su vergonzosa fuga, se ha cogido en San Lamberto una fragua, cantidad de esposas que tenían dispuestas e iban fabricando para llevar encadenados a Francia o al norte los soldados y jóvenes aragoneses, del mismo modo que lo han practicado en Italia, Alemania, Portugal y otros países que han tenido la desgracia de ser dominados por el detestable gobierno francés.

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