lunes, 10 de agosto de 2009

Diario de Los Sitios - Zaragoza 10 de Agosto 1808

Los franceses muy de mañana empezaron su fuego contra la Casa de Misericordia y convento de la Victoria a donde arrojaron tanta bala rasa, granadas y bombas que lo inutilizaron, pero a pesar de esto la defensa fue tan bárbara que no pudieron aprovecharse de ninguno de los dos puntos, habiendo durado el fuego todo el día sin poder adelantar un paso, antes se les ganó la acción de arrinconarlos hacia los barrios del Carmen, sin dejarlos salir del Hospital, ni de San Francisco cuyos edificios han inutilizado mucho más para formar sus defensas en tales términos que para poderse librar de sus fuegos mandó S.E. se diese fuego al Hospital, como se verificó desde muy de mañana, ardiendo todo el día, para saber si de ese modo lo desamparaban. Fue tan grande el ardor de nuestras tropas en estas acciones que se logró quitarles un cañón y un obús con los que después se les hizo mucho daño, retirándose hacia Torrero con lo mucho que habían robado en el discurso de estos días sin haber perdonado casa, convento rico, pobre, causando los mayores perjuicios. 
Un trozo de caballería enemiga intentó pasar el Ebro por el término de Ranillas, pero luego que fue vista por las tropas del coronel D. Felipe Perena, comandante de la ciudad y partido de Huesca que constataban de 2.000 hombres que estaban apostados en las alturas de San Gregorio, y que les acometían, desistieron de su intento, retrocediendo inmediatamente sin esperarlos hasta el camino de Alagón. 
Nuestro general con su plana mayor se trasladó al convento de San Lázaro para estar más desembarazado y poder acudir a las tropas apostadas en las inmediaciones de la ciudad, el que tuvo noticia de la proximidad de las que venían de Cartagena y Valencia que estaban dentro de Aragón, como también las del partido de Calatayud. Estos días no se vendió sino oveja y macho en las tablas con lo que se socorrió al pueblo, el que se ha disminuido notablemente por los muchos que han marchado hacia Huesca, Alcañiz y otros pueblos, especialmente los que vivían en las casas que tuvieron la desgracia de ser ocupadas por los enemigos.

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