Amaneció este día incendiado el centro del santo Hospital y algunas de las casas inmediatas de la calle de Santa Engracia, no cesando el fuego de las bombas y granadas, ni las amenazas de los enemigos, haciendo el más terrible tiroteo, en términos que se llegó a creer que iban a entrar en lo restante de la ciudad, lo que aumentó en parte irlo diciendo los Dragones a quienes se les prendió y, llevados a casa del general, se mandó se arcabucease inmediatamente a uno de ellos, y fue tanto el miedo que infundió esta noticia en las mujeres y niños y gente débil que empezó a salirse por la puerta del Angel tanta que en breve hubiera quedado desierta sino se hubiese hecho ver lo contrario (de cuya aflicción murió repentinamente D. Joaquín Mazod, vicario de la Seo) y la superioridad de nuestros defensores, los cuales hicieron prodigios de valor, obligando al enemigo encerrarse nuevamente en las casas y conventos referidos para librarse de la muerte, no obstante que ellos siempre estaban cometiendo cuantas atrocidades pueden imaginarse. Esta tarde entraron 300 Guardias Españolas que, desde luego, se fueron a presentar al enemigo, con lo que se empezó nuevamente a respirar, y con las señales colocadas en la Torre Nueva y de la Seo, de una cruz con cuatro banderas que señalaban ciertas notas para noticiar a las tropas que venían a nuestra defensa, lo que animó sobremanera a todo el pueblo, que ya no tenía otro consuelo sino a su Madre y protectora a quien continuamente se estaba pidiendo su socorro y patrocinio, habiendo familias enteras de casas honradas que no salían de su santo templo ni de día ni de noche. Los enfermos del santo Hospital pasaron igual suerte que el día anterior, aumentándose los heridos notablemente, ocupando las casas de D. Joaquín Gómez, de D. Manuel Izmir, de la viuda de Antón, y de todos los cuartos bajos de la Casa de la ciudad.
Hasta el fin del día duró el espantoso fuego de bombas y granadas, y en el mismo día quedó corriente el uso de los molinos de harina del Arrabal con lo que se pudo proporcionar pan tanto para el vecindario como para la mucha gente que habían venido de los pueblos ocupados por los franceses. Llegada la noche se aquietó algo el pueblo al ver que en estos cuatro días que estaban dentro de la ciudad, y con las puertas de Santa Engracia y Carmen a su disposición, no habían penetrado ni adelantado un paso, lo que les hizo concebir la más alta confianza del buen éxito, a cuyo fin acudió como las demás noches muchísima gente a la Santa Capilla.
ORDEN DEL DÍA
En la plaza de San Pedro se pondrá inmediatamente un aparato de cirugía con sus facultativos, otro en las Vírgenes, otro en San Pedro Nolasco, otro en la plaza de San Felipe, otro en el Mercado y otro en las Piedras del Coso. Para esto el cirujano mayor D. Salvador Bonor, a quien se le encarga esta ejecución, podrá emplear cuantos facultativos hay en la ciudad.
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