"Los Voluntarios de Aragón con su comandante D. Bartolomé Cucalón salieron a la descubierta para inutilizar la batería de encima del Castillo, pero aunque les hicieron mucho daño, y les tiraron muchos cañonazos desde las baterías del Portillo y de los obuses y morteros de la Misericordia, no pudieron lograrlo por faltarles tropas a retaguardia para sostenerlos y haber acudido mucha caballería francesa, pero se les hizo retirar y que aquella noche no tirasen bomba ni granada alguna. Nuestro general, acompañado de sus edecanes y oficialidad pasó al otro lado del Ebro, a la parte que desahoga el Gállego a reconocer aquel paso, por cuanto la noche anterior intentaron vadearlo y pasarse a los lugares de Villamayor y Pastriz a ejecutar sus acostumbradas rapiñas, y para frustrarlas, mandó destacar una partida de Voluntarios con algunos paisanos, y de vuelta reconoció todas las puertas y trincheras.
Esta mañana no nos hicieron fuego alguno por cuya causa se descansó de tanta fatiga y se prosiguió el desmonte de torres y olivares. Las religiosas Franciscas del convento de Altabás y las de Alagón, que estaban juntas, se pasaron al convento de San Lázaro, y las Carmelitas Descalzas a casa del conde de Sástago.
ORDEN DE LA JUNTA SUPREMA
El gobernador y capitán general de este ejército y reino, de acuerdo con la Junta Suprema de gobierno del mismo hace saber a todas las justicias que algunos soldados, tanto tropa veterana como paisanos alistados en los tercios, olvidados del juramento que presentaron de defender la justa causa de la religión, la patria y el rey, han abandonado laxamente sus banderas con frívolos y falaces pretextos, y para ocurrir a los graves daños que de esta deserción pudieran resultar a la salud pública, manda a todas las justicias del reino que detengan a todos los soldados y paisanos alistados que sin licencia o pasaporte firmado de S.E., o de algún individuo, o del secretario de la Junta, transite, o se cojan en algunos de los pueblos del reino, y que con las armas que se les ocupen los conduzcan inmediatamente y con toda la seguridad posible a esta capital bajo la inteligencia de que al paso que será premiado el celo y actividad de las mismas justicias, será castigada su omisión o malicia con las penas más rigurosas.
Igualmente, teniendo noticia de que circulan algunas cartas de Madrid que pudieran poner en duda la fidelidad, celo e interés patriótico, tan recomendable de los generales y Juntas Supremas de las provincias que han tomado las armas contra la Francia, suponiendo maliciosamente que obran de acuerdo con aquel gobierno intruso, manda:
Que si se ocupase algún papel relativo a este objeto u otro que pueda turbar la tranquilidad pública, el que lo tuviere sea juzgado inmediatamente, y que sufra la pena establecida para los cómplices de alta traición.
Cuartel General de Zaragoza, 6 de julio de 1808. José Palafox y Melci.
Por la Junta Suprema de gobierno. D. Liborio Miralles, Vicesecretario".
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