"Se mantuvieron los enemigos en la misma situación, sin atreverse a tirar una bomba porque desde la batería que se colocó dentro del Jardín Botánico de espaldas del convento de Santa Catalina les inutilizaban todas sus ideas, y más que todo fue el haberles cortado el agua del Canal Imperial por los de Tauste, capitaneados de D. Ginés Marco Palacín, capellán de aquella villa. Este día se tuvo noticia de estar ya en Tortosa el 2º batallón de Voluntarios compuesto por 1.200 hombres que viene de Mahón y que en breve llegaría a esta ciudad, y también llegaron 900 arrobas de pólvora de Villafeliche, las que se llevaron a San Juan de los Panetes.
A las 4 de la tarde fue una compañía completa del regimiento de Extremadura con bandera a presentar la guardia a S.E., la que hasta entonces había sido de paisanos. En esta tarde y noche repitieron los enemigos su tiroteo desde la batería del Castillo, pero sin hacer daño alguno, y por el que podían hacer si se aproximaban se mandó batir las torres inmediatas al paseo de Santa Engracia y arrasar los olivares, cuyo daño fue muy grande para sus dueños, como lo fue también la falta de riego del Canal Imperial, sin cuyo beneficio no se puede coger cosecha alguna.
Igualmente, por si llegaba el caso de tirar camisas embreadas, como ya se habían probado, se mandaron cerrar todas las puertas de las casas que dan fuera del pueblo, y entre otras se cerraron las dos del Pilar y de los infantes. Se publicó un bando de la Juna Suprema mandando no se tirasen voladores ni cohetes, ni se disparasen tiros dentro de la ciudad, pena de la vida, para evitar las desgracias con los repuestos de pólvora. Y por si volvían los enemigos a tirar bombas y granadas, se mandó que todo vecino tuviese tinajas, cuencos, bacías u otras vasijas llenas de agua a las puertas de sus casas para ocurrir a cualquier incendio. Otro bando salió del señor Intendente pidiendo camisas, cuyo tenor es el siguiente.
A los generosos habitantes de Zaragoza. Las gravísimas ocurrencias que han sobrevenido en estos días y a las que me ha sido indispensable atender con absoluta preferencia, no han dado lugar a que me ocupase del acopio de lienzos para camisas a las tropas ni aun habría sido posible que, a pesar del heroico o imponderable celo que han mostrado las mujeres, hubieran podido coserlas. Las tropas que con tanto ardor y fatiga han hecho y hacen la defensa de esta capital, se hallan muchas de ellas desprovistas de camisas, y como es muy justo que los que no excusan sacrificio alguno para defender la patria tengan cuantos alivios puedan dárseles, ruego a todos los habitantes de esta ciudad que entreguen las camisas que puedan repartir a los soldados en la casa de ayuntamiento, donde habrá para recibirlas a toda hora uno de sus individuos que tomará nota de los nombres.
Zaragoza, 4 de julio de 1808. Lorenzo Calvo de Rozas".
No hay comentarios:
Publicar un comentario