"A la una de la noche empezó el enemigo por las dos baterías de Torrero y la Bernardona a hacernos tanto fuego que es imponderable el estrago que causaron, especialmente en la parroquia de San Pablo, pero sin ninguna desgracia personal, antes las gentes tan animosas que no cesaban de dar gracias a su patrona del Pilar.
Apenas dio principio el día, cuando acometieron los franceses con el mayor vigor a nuestras trincheras y puertas por cinco puntos principales a un mismo tiempo, que seguramente dieron mucho que entender a los nuestros, especialmente en la del Portillo, donde llegaron casi a entrarse en la ciudad, pero habiendo dado aviso la campana de la Torre Nueva, y tocándose la generala, se alarmó en un instante todo el pueblo y se encendió la más fuerte de las acciones ocurridas hasta el día, siendo tanto el fuego de cañón y fusilería que no parecía sino un infierno, acometiendo los nuestros con tal valor que hicieron huir al enemigo desde la puerta del Portillo a la del Carmen y aun a la Quemada, sin intimidarles el vivo fuego que sin cesar les estaban haciendo desde sus baterías de la torre de Cuellar y puente de San José, logrando por fin ganar ésta y encerrarlos en su convento, desde cuyas ventanas y torres inmediatas nos hicieron un fuego muy vivo, pero el ardor de nuestros defensores fue tan grande que no cesaron hacer que arrollando imposibles, logrando que desamparando dicho convento y torres subieron huyendo a Torrero, dejando el campo cubierto de cadáveres y heridos, y quedando bien escarmentados del valor de nuestros paisanos que en esta ocasión echó el resto su valentía. En los primeros momentos estuvo sobre manera expuesto el reducto del Portillo, por que fue tal la mortandad y destrozo que, percibiendo el enemigo callaban nuestros fuegos, avanzó para apoderarse, pero felizmente la mujer de un artillero llamada Agustina Aragón, auxiliada de algunos pocos suplió esta falta y causó a los franceses un daño terrible.
El general, a una con su hermano el marqués, dieron aquella mañana las órdenes más oportunas con respecto a las circunstancias y mejor defensa, y éste desplegó una serenidad y energía digna del mayor elogio. A ellas y al valor de los defensores se debió que no entrasen los franceses en Zaragoza a pesar de los extraordinarios esfuerzos que hicieron para conseguir su empeño.
El general reconoció los puntos atacados y, en el molino del aceite que está junto a la puerta Quemada, hizo también fuego al enemigo por un rasgo de popularidad. Tuvimos algunos muertos y bastantes heridos, entre estos el teniente coronel de Extremadura D. Domingo Larripa, pero el enemigo sufrió en los tres puntos principales que escogió para su ataque un descalabro completo. De resultas del daño recibido desde el convento de San José y torres inmediatas, se mandaron batir estas y sus tapias, y la llamada de Yoldi, y cortar los olivares inmediatos a la Huerba. Esta gloriosa acción se publicó en Gaceta extraordinaria.
Al medio día llegó la justicia de Ejea de los Caballeros trayendo 26 franceses prisioneros que habían ido a dicha villa por 40 vacas con D. José Bordois, comerciante francés de Tudela, que fue el que entregó dicha ciudad a los franceses con el marqués de Montesa, los cuales fueron conducidos a la cárcel, menos dicho Bordois, a quien inmediatamente que le vio el pueblo quiso matarlo y lo hubieran verificado a no haberlo puesto en la cárcel del arzobispo al paso que lo conducían a casa del general, cuya Junta Suprema viendo su atroz delito le condenó a pena de horca, la que se ejecutó aquella misma tarde, llevándole a pie desde dicha cárcel al patíbulo (con levita y botas, como se hallaba), asistido de un religioso dominico navarro con quien se confesó y declarando moría bien sentenciado, pues había mirad siempre por la Francia, y fue enterrado en San Pablo. Se tomó providencia de desempedrar las calles para evitar el daño que podían causar las bombas, y que las torres inmediatas a la ciudad se demoliesen, lo que inmediatamente se ejecutó.
Estos dos días 1º y 2º de julio fueron muy melancólicos para las almas piadosas de este vecindario por ver cerrados sus templos, y ni aun haberse celebrado los divinos oficios en la catedral pues solamente en la Santa Capilla hubo misas sucesivas.
GACETA EXTRAORDINARIA
Ayer 1º del corriente a media noche empezó el ejército francés, acampado en las inmediaciones de esta capital, a bombardear la ciudad, siguió hasta la tarde del día siguiente y arrojó unas 1.400, entre granadas y bombas. Atacó algunas de sus puertas su caballería e infantería, pero el valor heroico de las tropas y vecindario que las guardaban, resistiendo un fuego encarnizado, logró destrozar a los que se presentaron, sembrando el campo de cadáveres franceses, y sostuvo su puesto en medio de las granadas que caían en las baterías.
En la tarde del mismo día 1º continuó su ataque con la artillería e infantería y fue igualmente rechazado con pérdida considerable. En la madrugada del 2 atacó de nuevo por todos los puntos y después de sufrir mucha pérdida y de convencerse del valor y obstinación de esta capital y de sus tropas, se retiró bien escarmentado después de 12 horas de fuego. Las bombas, granadas y balas del enemigo sobre no haber hecho daño alguno de consideración, solo han servido para excitar más el odio contra ellos y recordarnos los deberes sagrados de la religión, la patria, el rey y el honor.
Es imponderable el valor de los oficiales y soldados, artilleros y de los comandantes y tropas de las baterías y puestos atacados. El excelentísimo señor gobernador y capitán general, para dar una prueba de cuanto interesa en que el mérito de todos ellos quede recompensado, ha dispuesto que los comandantes respectivos den nota de cuantos oficiales y soldados, ya de tropa reglada, ya de paisanos han sobresalido para distinguir a nombre del rey y transmitir a la posteridad la memoria de tan dignos defensores. Mientras viene esta noticia exacta, ha conferido el grado de brigadier al coronel D. Antonio Torres, de coroneles a los tenientes coroneles D. Francisco Marcó del Pont, que lo era de Voluntarios de Tarragona, y a D. Domingo Larripa que lo era de Extremadura, que mandaban las puertas del Portillo y del Carmen. Grado de sargento mayor de artillería al capitán D. J. Osta y de tenientes del mismo real cuerpo a los subtenientes D. Jerónimo Piñeiro y D. Francisco Bosete, estos dos últimos acabando de llegar en posta de Barcelona en la mañana del día 1º fueron sin descansar a mandar las baterías del Portillo y del Carmen, donde han llenado su deber con la mayor bizarría. Han caído en nuestro poder muchas armas, y entre los enemigos muertos se han hallado algunas de las alhajas robadas en los templos y casas particulares y se han hecho muchos prisioneros de guerra".