martes, 16 de junio de 2009

Diario de Los Sitios - Zaragoza 16 de Junio 1808

"DIARIO DE ZARAGOZA, 16 DE JUNIO 
 
Aragoneses: Vuestro heroico valor en la defensa de la causa más justa que puede presentar la historia se ha acreditado en el día de ayer con los triunfos que hemos conseguido. 
El  15 de junio hará conocer a toda Europa vuestras hazañas, y la historia las recordará con admiración. Habéis sido testigos oculares de nuestros triunfos, y de la derrota completa de los orgullosos franceses que osaron atacar nuestra capital. 700 muertos, un número considerable de heridos, 30 prisioneros y muchos desertores que se han pasado a nuestras banderas, son el fruto de su temeridad. Hemos tomado 6 cañones de batallón, 6 banderas, 1 caja de guerra, varios caballos, fornituras, armas, y no debemos dudar que todo el ejército que ha entrado en Aragón expiará sus crímenes y quedará deshecho. Continuad, pues, valerosos aragoneses con el ardor y el noble espíritu de que estáis animados. Ved la heroica conducta de las zaragozanas que inflamadas todas del amor a su patria, a su rey y su religión, corren presurosas a prestaros todo genero de auxilios. En breve se os agregarán un sin número de tropas veteranas, que envidiosas de vuestras glorias, y deseosas de tener parte en ellas, vienen caminando a marchas dobles. Mientras tanto, vosotros todos, clero, comunidades, madres de familia y demás ciudadanos que ya concurriendo personalmente en combate, y ya proveyendo de todo a vuestros conciudadanos habéis contribuido tan eficazmente a conservar la capital de vuestro reino y la dignidad de la nación, seguid fervorosos vuestras oraciones al Todopoderoso, e interponed la mediación de vuestra augusta y Santísima Madre del Pilar, vuestra protectora, para que bendiga nuestras armas y afiance nuestras victorias, exterminando del todo al ejército francés. 
 
Cuartel General de Aragón, 16 de junio de 1808. Palafox. 
 
La festividad del Santísimo Sacramento. No hubo campaneo ni demostración alguna pública. En la Seo se puso el altar mayor como 40 horas solamente, y se cerró la puerta concluidos los oficios mañana y tarde. En el Pilar se puso el adorno pero sin dosel, y todo fue corrido. En las parroquias, en las más, no hubo expuesto, y antes de las 11 ya estaban cerradas las puertas de todas las iglesias a excepción del Pilar, pero en ninguna, dadas las 8 de la mañana, dejaron entrar a ningún hombre, sino sólo a las mujeres. Aquella mañana se supo que los franceses habían pasado la noche junto a la Casablanca y perdido mucha gente en la batalla, y que habían marchado al monasterio de Santa Fe, donde cometieron cuantos sacrilegios, robos y desórdenes caben en un ejército abandonado a toda clase de maldades, matando al abad, tres monjes y cuatro criados, únicas personas que habían quedado en él, robando los ornamentos sagrados, cálices, copón, plata, ropa blanca y demás jocalías de la sacristía, y de lo particular de los monjes cuanto quisieron e igualmente las parideras inmediatas, matando reses e incendiándolas, como también el monasterio, segando los trigos para los caballos e inutilizando las viñas, y últimamente se situaron entre los dos caminos de Zaragoza y Calatayud donde permanecieron todo el día. 
Aquí se tomó la providencia de mandar llevar los cadáveres de los muertos en la defensa de la patria al fosal del Santo Hospital conducidos con carros y con la decencia correspondiente, y para los franceses se destinó el hoyo grande que había entre el camino de Capuchinos y el Campo del Sepulcro. Se tomaron cuantas providencias parecieron oportunas para la seguridad de la ciudad, se coronó de armas toda la muralla, haciendo viseras para los fusiles, se pusieron cañones en todos los parajes que pudieran ofender al enemigo, se inutilizaron todos los caminos de alrededor de la ciudad con árboles y ramas para impedir obrar la caballería enemiga. En las calles igualmente se pusieron estorbos, colocando a tránsitos los bancos de las iglesias cerrando las bocacalles, especialmente las próximas a las puertas, de suerte que era imposible obrar el enemigo. Se proporcionó todo armamento militar y se surtió pólvora y balas todo el vecindario, depositándola en el edificio de las escuelas públicas. Los vecinos honrados se ofrecieron a guardar las calles, plazas, cárceles reales, Real Audiencia y oficinas, y deseosos además de manifestar su agradecimiento y contribuir a la manutención de sus defensores, tuvieron comidas y caldos a todas horas, brindando con ellos, y llevándolos a los puntos, y lo mismo ejecutaron las comunidades, conduciéndolas los mismos religiosos, con lo que se logró que todos tuvieran qué comer, habiendo los curas párrocos socorrido con limosnas a las mujeres y familias cuyos maridos y padres estaban defendiendo la patria".

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