"Aquella mañana se llevó preso por los paisanos a casa de S.E. al coronel de Dragones del Rey D. Juan Mª Barrios por sospechoso con el lugarteniente general Murat, a quien mandó S.E. conducir al Castillo por los soldados patriotas, quienes , como hubiesen hecho cerrar las puertas de la ciudad para evitar se marchase, y con este motivo no pudiesen salir los trabajadores al campo, hubo algún alboroto, pero luego que fue puesto en el Castillo y se mandaron abrir, cesó todo, trasladándose al mismo tiempo a todos los franceses presos al cuartel de Convalecientes. A las 10 entraron 250 Voluntarios del 1º de Aragón escapados de Madrid con cuatro tambores los que se presentaron a S.E. y de allí fueron a visitar a Nuestra Señora del Pilar, recibiendo muchos vivas de todo el pueblo.
Este día llegó a Zaragoza la siguiente carta de Bayona que de orden de S.E. se mandó circular impresa.
A LOS HABITANTES DE LA CIUDAD DE ZARAGOZA, Y A TODOS LOS VECINOS DEL REINO DE ARAGÓN.
Los grandes de España, los ministros de todos los tribunales, y todas las personas que se hallan en Bayona, destinados la mayor parte a acompañar a la Junta o Congreso que deberá tener lugar el día 15 del corriente, reunidos en el palacio llamado del gobierno de dicha ciudad, en virtud de las órdenes de S.M.I. y R. el emperador de los franceses y rey de Italia.
Exponen:
Como han sabido con el mayor dolor y sentimiento que algunos habitantes de la ciudad de Zaragoza, mal aconsejados y desconociendo su propio bien e interés han sacudido el yugo de la obediencia hacia las autoridades conocidas, arrestando a su capitán general tratando de formar cuerpos de tropas y, últimamente, constituyéndose en un estado de insurrección sin haberlo aclarado ni explicado en el edicto que han publicado a favor de su patria, e incurrido en este desorden en el mismo tiempo, en que bajo la protección del sabio y grande emperador se van a cimentar las bases sólidas de la felicidad de la España. Noticiosos también de que el lugarteniente general del reino ha resuelto nombrar capitán general de Aragón y ha hecho marchar tropas y que igualmente el emperador de los franceses ha mandado reunir diferentes cuerpos a los puntos más oportunos para poder dirigirse a Zaragoza, reprimir a los amotinados y obrar contra ellos, caso de obstinarse en su insubordinación. Animados, por lo tanto, del más verdadero patriotismo que ante todas las cosas les hace desear la paz, la independencia, el bien y prosperidad de toda la nación, y hallándose convencidos de los sentimientos de humanidad y beneficencia de Su Majestad el emperador, se creen obligados a manifestar a los habitantes de Aragón que si se obstinan en seguir los imprudentes pasos que han dado, acarrearán sobre su país, y sobre toda la España, los mayores males y desastres, sin esperanza de poder conseguir la mas mínima ventaja. En este sentido se ven obligado a exhortarlos que desistan de su locura y se restituyan a su deber reconociendo que sólo el emperador de los franceses puede cooperar a su tranquilidad, buen orden y a la regeneración de la España.
Es igualmente importantísimo que se conformen con la orden que les ha sido comunicada para enviar a Bayona diputados instruidos de sus males y necesidades, y que sepan poner remedio a ellos, aprovechándose de la ocasión que les ofrecen las benignas intenciones y sabias miras del grande Napoleón.
Bayona, 4 de junio de 1808.
El conde de Orgaz. Manuel de Lardizábal. Vicente Alcalá Galiano. Sebastián de Torres. Antonio Romanillos. Luis Marcelino Pereira. El duque del Infantado. El marqués de Santa Cruz. El conde de Fernannuñez. Duque de Montellano. El duque de Osuna. D. José Colón de Larreategui. El conde de Santa Coloma. Raimundo Eterhand y Salinas. Cenón Alonso. Francisco Amorós. Pedro de Torres. Ignacio Martínez de Villela. Ignacio Sánchez de Tejada. Pedro de Porras. Andrés de Herrasti. Domingo Cerviño. El duque de Parque. Pedro de Ceballos. El Príncipe de Maserano. Miguel José de Azanza.
Aquella noche a las 10 se tuvo noticia de la derrota de nuestro ejército en la batalla de Mallén en la que 7.000 franceses con su general Lefebvre desbarataron los 4.000 que llevaba el marqués de Lazán y su hermano, de tropa indisciplinada; los cuales llegaron a Zaragoza aquella misma noche con algunos pocos oficiales, pues la demás tropa se dispersó desordenadamente, por cuya causa hubo muchas desgracias. Y teniendo aviso de que los franceses venían hacia acá se empezó a alborotar la ciudad, y de orden de S.E. se mandaron tocar las campanas a rebato, y que todos los vecinos a las 2 de la mañana estuvieran en el Campo del Sepulcro, a cuya hora llegó a juntarse de 8 a 9.000 hombres de toda clase de gentes".
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