El fuego siguió sin la furia anterior, no oyéndose sino la fusilería de una y otra parte, pero a pesar de eso, de las pocas bombas que nos tiraron, cayó una dentro de la iglesia del Pilar que sin reventar se introdujo por la capilla de San Antonio que pesaba mas de 9 arrobas, cuya iglesia estaba acribillada de estas carretas de la muerte. Antes del medio día repitieron el fuego de obuses y morteros contra el palacio del general con tanta furia que no se podía pasar, y volaron la casa llamada del cuadro de la Soledad y la inmediata, que habiendo quedado de las anteriores voladuras, cuyo desplomo mató al presbítero D. Antonio Gil, comandante de 30 paisanos que estaban en aquel punto, a cuyo tiempo nos hicieron un vivo fuego desde las ventanas de las casas que duró toda la tarde y noche sin intermisión, tirando al mismo tiempo infinidad de bombas y granadas de cuyo beneficio hace hoy un mes se está disfrutando. Fue este día muy triste y melancólico al ver lo mucho que se internaban, y los infinitos muertos que por todas las calles se encontraban como abandonados, especialmente en las puertas de algunos templos, y también ver el templo del Pilar tan lleno de escombros por los estragos de tanta bomba que caían en el, pero no por eso cesó el concurso ni las preces acostumbradas.
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