Hoy llegó a Zaragoza al alto grado de heroicidad y sufrimiento, pues habiendo sufrido con el ánimo más constante un diluvio de bombas, granadas y balas rasas y no teniendo ya otro recurso, reunidos sus vocales, mandaron un parlamentario pidiendo 24 horas de tregua al general francés, cuya respuesta fue de que, no capitulando dentro de dos horas, iba a entrar atacando y a discreción, y como no se le contestó empezó el más terrible bombardeo y cañoneo que se había oído en todo el sitio, pues en ese corto espacio de tiempo que fue de 3 a 5 de la tarde arruinaron muchísimas casas y causaron infinitas muertes, con tal exceso, que la campana del reloj mayor no podía dar todos los avisos; por lo que al ver la cosa en tan último apuro, no poder sufrir tantas desgracias como a cada paso se veían y oían, estar toda la tropa amilanada y casi muerta, acudieron los vocales a S.E. el que siguiendo en su indisposición con bastante aumento confirió todas sus facultades a la Junta, la cual convenida en los puntos conformes a la religión, al honor de esta ciudad y su benemérito vecindario, hizo poner bandera parlamentaria en la Torre Nueva con cuya novedad cesó inmediatamente aquel fuego tan infernal y furioso, y se presentó un oficial francés el que, reunido con los comisionados, que lo fueron los señores regente de la Audiencia el caballero Intendente, el marqués de Fuenteolivar, el brigadier D. Manuel Peñas, inspector de infantería y el teniente coronel D, Mariano Cerezo, gobernador del Castillo, pasaron a presentarse al mariscal Lannes, duque de Montebello, general en jefe del ejército francés a la Casablanca, y otorgaron la siguiente capitulación que firmaron ya alta noche, habiendo sido este el éxito de un sitio de dos meses completos que tantos daños, ruinas y muertes ha causado a esta ciudad, quedándole a sus hijos la gloria de haberla defendido hasta lo sumo, y que solo el ser cristianos les pudo hacer ceder, conociendo ser voluntad de Dios y de su Santísima Madre, pues de otro modo, ni el fuego, ni el hambre ni ninguna de tantas calamidades como en dicho tiempo se han sufrido, ni aun la misma muerte, hubieran logrado, lo que la prudencia y conformidad católica les hizo sucumbir a la ley del vencedor.
Capitulación de Zaragoza otorgada entre el mariscal Lannes, duque de Montebello, general en xefe del exército francés y la Junta Suprema de Gobierno en 20 de febrero de 1809:
Capítulo 1º.La guarnición de Zaragoza saldrá mañana 21 al mediodía de la Ciudad con sus armas por la Puerta del Portillo y las dexará a 100 pasos de dicha Puerta.
Capítulo 2º.Todos los oficiales y soldados de las tropas Españolas hará juramento de fidelidad a S.M. Católica el Rey Josef Napoleón I.
Capítulo 3º.Todos los oficiales y soldados que habrán prestado el juramento de fidelidad quedarán en libertad de entrar en el servicio en defensa de S.M.C.
Capítulo4º.Los que de ellos no quisieran entrar en el servicio serán llevados prisioneros a Francia.
Capítulo 5º.Todos los habitantes de Zaragoza y los Extranjeros si los huviere, serán desarmados por los Alcaldes, y las Armas puestas en la Puerta del Portillo al mediodía.
Capítulo 6º.Las personas y las propiedades serán respetadas por las tropas del Emperador y Rey.
Capítulo 7º.La Religión y sus Ministros serán respetados, y serán puestos centinelas en las puertas de los principales Templos.
Capítulo 8º.Las tropas Francesas ocuparán mañana al mediodía todas las Puertas de la Ciudad, el castillo y el Coso.
Capítulo 9º.Toda la Artillería y municiones de toda especie serán puestas en poder de las tropas del Emperador y Rey mañana al mediodía.
Capítulo 10º.Todas las Cajas Militares y Civiles (es decir las tesorerías y Cajas de Regimientos) serán puestos a disposición de S.M.C.
Capítulo 11º. Todas las Administraciones civiles y toda especie de Empleados harán juramento de fidelidad a S.M.C. y la Justicia se distribuirá del mismo modo y se hará en nombre de S.M.C. el Rey José Napoleón I.
Cuartel General delante de Zaragoza a 20 de febrero de 1809.El Mariscal Lannes Duque de Montebello. General en Jefe.
D. Pedro María Ric. Presidente de la Junta.
Al siguiente día amanecimos inundados de franceses quienes cometieron algunos robos en las casas que encontraron abiertas; pero habiendo acudido el general Frere, comandante de la tropa y el general Laval, gobernador de la plaza, quedó todo contenido. La tropa francesa ocupó todos los puestos de guardia y se desarmó a todo el vecindario. El mariscal Lannes recibió a todos los cuerpos y diputaciones de la ciudad, a los comisionados del Cabildo, y ayuntamiento, curas y prelados de las religiones, a quienes se manifestó muy benévolo y obsequioso.
Este día murió mucha gente de aflicción al saber se había capitulado; por todo lo ocurrido, no ver gente por las calles, todas las casas cerradas, y los víveres muy escasos era la ciudad el espectáculo más melancólico, que nadie se puede figurar.
El día 22 fue habilitada la Junta de Gobierno, por el mariscal Lannes compuesta de los individuos siguientes:
- D. Pedro María Ric, presidente.
- D. Mariano Domínguez, Intendente.
- D. José Larrumbide, fiscal civil.
- D. Juan Garrido, oidor.
- D. Santiago Piñuela, oidor.
- El marqués de Fuenteolivar.
- D. Pedro Arce, arcediano.
- D. Francisco Viruete, arcediano.
- D. José de la Consolación, agustino.
- D. Pedro Errenat, oficial del Canal.
- D. Cristóbal López Ucenda, relator.
- D. Joaquín Gómez, regidor.
- D. Mariano Alonso, beneficiado.
- D. Juan Francisco Inurigarro, canónigo.
- D. Miguel Marraco, beneficiado.
- D. Manuel Irañeta, comerciante.
- D. Mariano Cerezo, capitán.
- D. Gregorio Sánchez Muñoz, comerciante.
- D. Manuel Forces, labrador propietario.
- D. Josef Zamoray, labrador propietario.
- D. Miguel Dolz, comerciante, secretario.
Igualmente a las 3 de la tarde de este día, salió toda la tropa española por la puerta del Portillo con armas, como estaba estipulado, entrando al mismo tiempo la francesa por la del Angel, la que se colocó en los cuarteles y Castillo. La Junta empezó sus sesiones por lo que era más urgente y prevenían los generales franceses, dándose pasaportes a los forasteros que por razón del sitio estaban detenidos. El culto siguió en la Santa Capilla, pues las demás iglesias estuvieron cerradas por muchos días; los enfermos y muertos seguían con aumento y nuestro general Palafox se empeoró hoy notablemente en términos que fue preciso darle el santo viático; habiendo fallecido el teniente general D. Juan O´Neille. Se nombraron comisarios de policía a disposición del Coronel Mr. Plicque, a D. Lorenzo Cubil, del cuartel de la Seo, a D. Francisco Oñate, del de San Miguel, a D. Antonio Herrenat, del Pilar, y a D. Mariano Payarlo, D. Joaquín Marín de Luna, y D. Pedro Pablo Tubo, del de San Pablo.
Hoy 25 nuestro general Palafox llegó a estar de tanto riesgo que se le administró la santa unción, asimismo se dio principio a dar pasaportes a forasteros y vecinos de la ciudad para salir a tomar aires puros. El día 28 nuestro general Palafox fue sacado de su casa a las 7 de la mañana en un coche, acompañado de 30 caballos a la Casablanca, donde estaba el mariscal Lannes, de la que fue restituido a su misma casa a las 10: la que de oficiales franceses fue registrada y embargados todos sus papeles. Cuando ya la ciudad estuvo con el posible aseo, atendidas sus pasadas circunstancias, hizo su entrada el 5 de marzo el mariscal Lannes, con toda la ostentación correspondiente al conquistador de la ciudad de Zaragoza.
Ya desde esta época mandó en un todo el gobierno francés, por cuya razón la Junta establecida cuando la Capitulación, cesó el día 26 en el ejercicio de sus funciones y, por consiguiente, los heroicos y valientes habitantes de dicha ciudad en premio de sus nunca bien ponderados servicios, empezaron a sufrir el pesado yugo, de exorbitantes contribuciones, tropelías personales y demás que trae consigo una injusta guerra de que seguramente no eran acreedores; pero a pesar de todo esto, y aunque sus relevantes servicios no sean atendidos ni premiados como merecen, nunca les podrán quitar la gloria y el honor grande de haber sido unos héroes en la memoria de lo porvenir en la defensa de su religión, su rey y su patria.
El ejército francés estuvo en posesión de la Heroica Ciudad de Zaragoza desde el día 21 de febrero de 1809 hasta el 9 de julio de 1813, a las 11 de la noche, hora en la que la abandonaron.
55.000 muertos y una cuerda de 12.000 prisioneros enviados a desecar pantanos a las Landas, ese fue el tributo de Zaragoza hace 200 años.
Napoleón tuvo que emplear cuatro mariscales para conseguir la capitulación de Zaragoza y tuvo 8.000 bajas en su ejército. Nada mejor para entender como el mejor ejército de la época tuvo que realizar dos sitios para tomar una ciudad que el parte que escribió un oficial francés al mariscal Lannes.
“Sire, en el día de hoy hemos tomado la cocina de la casa nº 6 del Coso, espero darle mañana la agradable noticia de que se ha tomado la casa entera”