Hoy fue todo el día y noche un continuo ataque en todos los puntos y a todas horas, y tan grandes los apuros que sólo nuestro valor y el amparo de nuestra patrona pudieron evitar no hubiésemos perecido habiendo sido atacados tan vivamente a las 11 de la noche, a las 9 de la mañana, a las 12 del día, a las 3 de la tarde, y últimamente a las 11 de la noche, siempre con escalas y picos para asaltar, echándolos abajo del muro a bayonetazos , en cuyas acciones murieron muchísimos cuyos triunfos llenaron de gloria al teniente general D. Felipe Sant-Marq, comandante de todas las tropas y paisanos que, obedeciendo ciegamente sus órdenes, alcanzaron unas victorias que nunca serán bastante aplaudidas ni premiadas, siendo tan activo el fuego de cañón, granadas de mano, reales y carcasas, y las ruinas que ocasionaron, que ellas solo serán el monumento más autentico. Hoy todo fue melancólico y mayor que nunca el número de los enfermos, habiendo llegado a morirse cerca de 300, lo que tenía a todos en la mayor consternación, huyendo unos a las casas de los otros por el temor de las bombas, y llegando a ser tan considerable el de los enfermos, que todo el circuito inmediato a la Santa Capilla estaba lleno de camas, y aun por las capillas inmediatas, lo que llamó la atención de S.E. el que mandó se retirase y que se purificase, lo que verificó el señor arcediano de Santa María D. Mariano Sostre, poniéndolo a cargo de las muchas religiosas que habitaban dicho santo templo, su aseo y limpieza, no siendo menor la carestía del pan a pesar de que no se cocía otro que de munición; tampoco hubo carne ni aun para los enfermos, lo que todo ciertamente hacía una vista de la más melancólica y triste que pueda imaginarse.
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