Fue el fuego más horroroso que pueda imaginarse, excediendo a los días anteriores, cayendo muchas bombas en las casas de la parroquia de San Pablo, por las que tiraban de la batería de la Bernardona. Los enemigos se mantuvieron en el molino de aceite y convento del Carmen, donde perecieron muchos por el vivo fuego de nuestra tropa y paisanos, no cesando un instante de acometernos y nosotros en castigarlos, quedando muchos en los muros. Zaragoza presentó hoy el cuadro más melancólico, con tanto fuego en el aire, tanta ruina, tanto enfermo y tanto muerto en carros que de todos los hospitales y casas se sacaban a la sepultura, aumentándolo la gran carestía de alimentos; pero jamás más gloriosa y más llena de laureles por los muchos que adquiría con tan bizarra defensa. S.E. mandó hacer en su casa ranchos abundantes, los que se distribuyeron a los puntos y baterías. Es imposible escribir cuanto ocurrió este día en tan críticas circunstancias, pues solo el cuadro que presentaba la Santa Capilla de Nuestra Señora del Pilar hubiera hecho la mayor impresión a los ánimos más valientes, viendo allí refugiado todo el vecindario, llegando a poner sus camas junto a su tabernáculo, no creyéndose seguros sino a la presencia de quien era todo su alivio y consuelo. El incendio de la Audiencia fue tan voraz que continuó hasta consumirla, por cuyas razones será este día uno de los más melancólicos de esta desastrosa guerra.
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