El fuego de los enemigos fue muy grande, por cuya causa nos acarrearon algunas desgracias y, a pesar de eso, nuestras avanzadas, así de tropa como de paisanos, cogieron algunos prisioneros con los cuales dirigió S.E. una elegante proclama en seis idiomas, a saber: español, francés, latín, alemán, polaco y ruso, convidándolos a venirse a nuestro ejército, que corrió impresa a gusto de todos. Se empezó a construir un espaldón con sus boquetes para cañones en el perfil frente al palacio de S.E. y se continuó en el derribo de algunas torres del Arrabal. Se mandaron llevar al hospital militar todos los muebles útiles para el mejor estar de los enfermos de todas las casas de los que se hubiesen fugado de la ciudad en atención a la escasez que había de ellos, cuya orden salió del mariscal de campo barón de Warsage, Cuartelmaestre General del ejército, y al mismo tiempo de orden de S.E. se mandaron conducir a la Lonja de la ciudad todas las judías, arroz, garbanzos y bacalao que se hallasen en las lonjas de los comerciantes, para alimentar las tropas, pues empezaba la escasez.
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