Siguieron los enemigos sus obras de defensa, adelantándolos tanto que llegaron a ponerse sus trabajos muy próximos a nuestras baterías, esto es, hasta las torres de San José, construyendo en todo él un camino cubierto que les resguardaba del fuego de nuestras baterías y aún de las avanzadas. Se dejaron ver todo el día trabajando por todo el camino de San Lamberto hasta el convento de San José; nuestras baterías les estuvieron haciendo fuego continuo, al que no correspondieron, y esto causó el poder trabajar en nuestras fortificaciones; así fuera de la ciudad como dentro, poniéndose todo en estado de la mayor defensa, en que se interesaba muchísimo todo el vecindario, como también en el corte de árboles y caseríos, no dejando ninguno a la orilla del Ebro, cuya situación desampararon los enemigos internándose a los pueblos inmediatos y pasando al otro lado por el puente construido por ellos mismos, el cual, aunque se intentó ir a cortarlo con barcos, cañones y tropa, no pudo verificarse por haber crecido mucho el Ebro. Este día se dio sentencia de horca a las 9 de la mañana a uno de Ablitas llamado N. Huici hijo de francés, por haber declarado a los franceses haber muerto a dos soldados los de su lugar que habían ido a buscar raciones, y los franceses con este aviso pasaron a muchos a cuchillo, y robaron todo el pueblo, cuya sentencia fue dada por el Juez de Policía D. Santiago Piñuela, consultándola primero con S.E. Se repitió la orden de no amasar otro pan que de munición, y en atención a no haber carne para todo el vecindario se mandó no se vendiese sino a los enfermos que presentasen certificación de médico.
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