Muy por la mañana se vio todo el campo cubierto de cadáveres franceses, los que el vecindario y tropa reconoció y despojó llenándose de dinero y alhajas. Nuestra tropa y paisano salieron fuera de las baterías, aproximándose a los olivares donde estaban los enemigos, los que todo el día estuvieron tiroteándose recíprocamente, logrando los nuestros hacerlos retroceder sin atreverse a salir al raso. Por la mañana salió S.E. a visitar las baterías del Arrabal, y después pasó a las puertas de Santa Engracia y Portillo, y estando en ellas le dieron aviso de haber bajado un oficial francés con dos trompetas y un intérprete desde Torrero, enviado por su general Moncey, el que luego que llegó a nuestras baterías hizo señal de bajar de paz con el pañuelo blanco, y habiendo hablado con el comandante del reducto del Pilar, fue conducido con los ojos vendados a S.E., a quien dio su pliego, que contenía la arrogante propuesta de que una vez que Madrid era ya de Francia, y que Zaragoza había capitulado la otra vez, hiciese lo mismo en el término de tres horas, pues de los contrario no se tendría conmiseración con la ciudad ni sus habitantes. S.E. se irritó justamente y mandó conducir al oficial al cuerpo de guardia, donde estuvo hasta las seis de la tarde que lo despidió con la contestación, acompañándolo hasta nuestras baterías. Todo este día estuvo la tropa de reserva formada en el Coso, se cogieron algunos prisioneros de la pelea del Arrabal la que, aunque no fue como la del día anterior, fue muy ruidosa, hubo algunos heridos, llegando con los del día anterior a más de 200. Los franceses de Torrero bajaron a escopetearse con nuestras tropas de la puerta de Santa Engracia y Carmen desde donde se les respondió y cargó bastante. Se les vio poner baterías en Torrero y también en el alto de la torre de la Bernardona, y desde las baterías del Portillo, San José y Jardín Botánico se les hizo un fuego tan vivo y acertado que cuanto hacían se les deshacía. Los vecinos del Arrabal trasladaron todos sus muebles a la ciudad con bastante precipitación. Se publicó un bando de orden de S.E. de que todo vecino sin distinción fuese a ayudar a las baterías y defender sus puntos. Al fin de la tarde hubo un tiroteo por la parte de San José por haberse aproximado los enemigos, los que apenas fueron vistos, fueron acometidos, haciéndolos retirar precipitadamente, tirándoles algunas granadas y bombas, de las cuales habiendo caído una en un repuesto de pólvora de Torrero se les voló, haciéndoles un estrago considerable. Se trajeron a la ciudad más de dos mil fusiles y cosas muy ricas. Sin más novedad.
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