Fue uno de los mas grandes que ha tenido nuestro ejército y en que más humilló el orgullo francés pues aunque los enemigos que habían apoderádose de la Casablanca lograron por la superioridad de su número, pues eran más de 15.000 hombres, tomar las alturas de Torrero a pesar del fuego que les hicieron los nuestros desde las baterías y casas, habiendo visto el general Saint-Marq que habían echado algunas granadas y cebado el repuesto de pólvora de la batería que se estaba construyendo en las alturas de Buenavista, y que su estrago había causado la muerte de los artilleros, por cuya causa la habían abandonado, mandó que la tropa desamparase dichos puestos, haciendo bajar los dos cañones que había en dicha batería y volar el puente de América, lo que se ejecutó inmediatamente con el mayor orden, con cuya operación quedaron los enemigos dueños del Torrero y todas sus inmediaciones, subiendo a él todos los que estaban en el camino de Madrid y replegándose por el barranco de la Muerte hasta el camino de la Cartuja baja, todo lo cual se verificó antes de las 10 de la mañana. Al mismo tiempo se dejaron ver por el lado opuesto más de 10.000 franceses los cuales, habiendo llegado a las inmediaciones de las baterías del Arrabal, acometieron con tanta furia contra ellas, tirándose con fusiles a la espalda y bayoneta en mano, que lograron matar bastante gente, y ponerlos en el mayor cuidado, mas, habiendo dado cuenta a S.E., mandó tocar inmediatamente generala, saliendo a dicho sitio con toda la tropa, y dando las más eficaces órdenes, entre otras la de hacer arcabucear a un soldado por no querer obedecer las órdenes de un jefe, y afrentar la caballería que iba a volver la espalda al enemigo. Con estas providencias, el ánimo que tomaron las tropas con la presencia del general y el buen éxito de nuestra artillería, se logró una derrota mayor que se ha hecho en esta guerra, pues la artillería, tropas y paisanos se portaron con tanto valor que se llegaron a ver, según se calculaba, en el campo mas de 4.500 entre muertos y heridos, obligándolos a huir vergonzosamente hacia los olivares del Cascajo y Pasaderas, cuya acción duró desde las 11 hasta la noche. Se perdieron muchos valerosos oficiales y soldados, pero se logró una victoria completa, atendiendo al denuedo con que acometieron, y en tanto número. Las Guardias Españolas y Walonas llegaron a clavarles tres cañones los que no pudieron arrastrar por no haberles asistido la caballería que, en lugar de embestir, se dispersó. Entre los oficiales muertos lo fueron dos comandantes de artillería, a los que reemplazó el coronel D. Manuel Velasco el que hizo una matanza sin igual, por cuyo servicio le graduó S.E. de brigadier. Hubo asimismo algunas desgracias con motivo de las apreturas de la gente y fuego de los enemigos en el puente de Piedra. Los heridos fueron traídos a la Casa de la ciudad donde los curaron, y de allí los trasladaron al hospital de Misericordia, los que pasaban de 120. S.E. mandó seguirles la retirada, la que hicieron muy desordenada por los muchos cadáveres que impedían el paso, lo que, verificado, se retiraron las tropas a sus cuarteles, continuando la ciudad en toda aquella noche en la mayor quietud, quedando de este día Zaragoza enteramente sitiada.
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