domingo, 24 de mayo de 2009

Diario de Los Sitios 24 de Mayo 1808

"Muy por la mañana acudieron varias gentes honradas del pueblo al palacio real donde habitaba el excelentísimo señor capitán general D. Jorge Juan de Guillelmí, pidiendo les entregasen las llaves del Castillo de la Aljafería, las armas y cañones que en él había por noticias que tenían que iban a venir los franceses que estaban en Madrid, y que de orden del lugarteniente de Napoleón Joaquín Murat, su cuñado, se iban sacando de noche para apoderarse de Aragón como lo habían ya hecho en Madrid, Barcelona, Pamplona y otras plazas, y viendo que no podían lograr ver a S.E., empezaron a gritar y a subirse, y como no les abriesen las puertas de su habitación las rompieron, a cuya novedad salió S.E. el que, aunque quiso satisfacerles de no poder entregarles lo que pedían no hicieron caso antes lo obligaron a que fuera con ellos a la entrega, lo que no pudo evitar, siendo conducido a pie, llevándolo muy resguardado armados hasta el Castillo, donde después de muchos debates, saliendo el responsable de las armas el coronel D. Antonio Torres comandante de Fusileros del Reino y su hermano el teniente coronel D. Jerónimo, comandante del Resguardo, les dio palabra de hacerlas entregar. Retirándose a su palacio, al llegar a la plaza del Portillo le hizo retroceder uno de los paisanos obligándole a volver y diciéndole no saldría del Castillo mientras no se entregaran llaves, fusiles y cañones. El Real Acuerdo que, convocado por S.E. en su palacio, le estaba esperando con noticia del arresto, se retiró acordando ir al Castillo a la tarde. A cosa de las tres se dejó ver por las calles un bando compuesto de algunos paisanos con los fusiles los que hicieron publicar al pregonero “que todo español acudiese al Castillo a tomar las armas pena de la vida”, con cuya noticia se enardeció todo el vecindario y marchó al Castillo, a cuya hora se juntó el Acuerdo con el teniente general D. Carlos Mori segundo comandante general y el ayuntamiento, los cuales reunidos con el general Guillelmi acordaron se entregasen las armas al pueblo y las llaves del Castillo el cual ocuparon inmediatamente haciendo sus guardias con el mayor celo y gritando: “Viva España y la religión”. Mas no contentos con esto pidieron también los cañones, balas y demás pertrechos de guerra, lo cual concedido, trajeron prontamente del cuartel de Convalecientes las cureñas y con ellas sacaron todos los cañones y morteros tirados por ellos mismos por estar los artilleros en su cuartel de orden de su comandante D. Rafael de Irazábal y Guillelmi (sobrino del general). Pero habiéndolo sabido fueron inmediatamente a sacarlos y con ellos adelantaron mucho. Llegada la noche se retiraron el Acuerdo y el ayuntamiento habiendo hecho publicar un bando en que se encargaba la tranquilidad y sumisión a las órdenes reales que se fijó en las esquinas, quedándose el general en el Castillo custodiado de los honrados patricios. Aquella misma noche sabiendo éstos que en el Castillo había un gran repuesto de balas y pólvora, solicitaron se les diese, pero no pudieron lograrlas, amenazaron al general con la vida y, negándoseles, rompieron las puertas del almacén y las sacaron, cuya novedad avisó S.E. al señor regente D. José de Villa, mandando pasasen allí inmediatamente el Acuerdo y ayuntamiento para deliberar sobre lo ocurrido, y que además pedían se les diese de comer y alpargatas. Y habiéndose reunido ambos cuerpos en casa de dicho regente, oído el dictamen del señor fiscal D. José Larrumbide fueron de parecer que no se debía ir al Castillo, porque ni las alpargatas ni el dinero estaban allí, ni debían exponerse a sufrir la misma suerte de no poder salir de él, en cuyo caso no quedaba quien diese las providencias necesarias, lo que se le contestó a S.E. y que el Acuerdo con el ayuntamiento estaría formado para cuanto ocurriese en la Real Audiencia lo que verificó a las 4 de la mañana trasladándose desde la casa del regente. Aquella noche en lo restante de la ciudad no hubo ninguna novedad, antes bien mucha quietud".

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